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Miquel Barceló (nacido en Felanitx, Mallorca, en 1957, vive y trabaja en París y Mallorca), representa uno de los pintores más destacados de la Nueva Pintura que dio forma al arte en los años ochenta. Expuso en Documenta 1982, Centro Pompidou, París 1996, Museo de Arte Reina Sofía, Madrid 1999, y en la Bienal de Venecia 2009. En Barceló el arte, la materia y la forma están directamente relacionados. El momento de formación y amasado del material, ya sea pintura de arcilla, arcilla, tierra o pasta al óleo, se siente siempre en el producto final. Las cualidades arcaicas dominan. Se trata de recordar, la memoria colectiva del original y arquetípica. Sus obras cambian entre convertirse y desaparecer: frutos sensuales en una exuberancia demasiado madura, que se pudre en el siguiente momento, mutando en cráneos. Barceló también integra procesos extra-artísticos en su trabajo, cuando el artista deja que las termitas pinchen sus trabajos en papel, o la ceniza de su taller ennegrece el lienzo. La naturaleza se inscribe como una variable en constante cambio. Así es como surgieron los paisajes marinos clásicos, las imágenes del clima, por así decirlo, o las olas masivas creadas por masas dinámicas de color. Así, Barceló ve su pintura y escultura como un sistema en constante cambio, como un cosmos abierto entre la vida y la muerte.
Miquel Barceló (nacido en Felanitx, Mallorca, en 1957, vive y trabaja en París y Mallorca), representa uno de los pintores más destacados de la Nueva Pintura que dio forma al arte en los años ochenta. Expuso en Documenta 1982, Centro Pompidou, París 1996, Museo de Arte Reina Sofía, Madrid 1999, y en la Bienal de Venecia 2009. En Barceló el arte, la materia y la forma están directamente relacionados. El momento de formación y amasado del material, ya sea pintura de arcilla, arcilla, tierra o pasta al óleo, se siente siempre en el producto final. Las cualidades arcaicas dominan. Se trata de recordar, la memoria colectiva del original y arquetípica. Sus obras cambian entre convertirse y desaparecer: frutos sensuales en una exuberancia demasiado madura, que se pudre en el siguiente momento, mutando en cráneos. Barceló también integra procesos extra-artísticos en su trabajo, cuando el artista deja que las termitas pinchen sus trabajos en papel, o la ceniza de su taller ennegrece el lienzo. La naturaleza se inscribe como una variable en constante cambio. Así es como surgieron los paisajes marinos clásicos, las imágenes del clima, por así decirlo, o las olas masivas creadas por masas dinámicas de color. Así, Barceló ve su pintura y escultura como un sistema en constante cambio, como un cosmos abierto entre la vida y la muerte.
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