La Sanjurjada, el golpe de Estado del general Sanjurjo a la II República (10 de agosto de 1932)

Una de las principales mentiras franquistas sobre la Guerra Civil española es la afirmación de que la Revolución de 1934 y el asesinato de Calvo Sotelo (omitiendo el asesinato previo del teniente José del Castillo Sáenz de Tejada a manos de derechistas) fueron la causa del golpe de Estado de 1936, pero lo cierto es que la derecha española, encabezada por el general Sanjurjo (el mismo general que junto a Mola ideo también el golpe de Estado de 1936), ya había intentado dar un golpe de Estado en 1932 (dos años antes de que se produjera la Revolución del 34 y cuatro años antes del asesinato de Calvo Sotelo) lo que demuestra que la derecha ya conspiraba contra la II República casi desde su proclamación, por lo que la Revolución del 1934 y el asesinato de Calvo Sotelo no fueron el motivo del golpe de Estado sino la excusa y el pretexto que usó la derecha para dar y auto-justificar el golpe de Estado en 1936 que al fracasar provocó una cruenta Guerra Civil que destrozó el país, produjo centenares de miles de muertes de hermanos (muchos de los cuales vergonzosamente aún siguen enterrados en cunetas y fosas comunes sin ser identificados), creó una dictadura fascista que duró casi 40 años y dejó a la sociedad española aún más dividida y enfrentada de lo que estaba antes del golpe de Estado.
"La defensa de la inevitabilidad de la Guerra Civil española es producto de aquellos que la provocaron para justificarse a si mismos y legitimar su traición al gobierno de la República"

Se conoce como la Sanjurjada al fallido golpe de Estado que se produjo en la madrugada del 10 de agosto de 1932 contra la Segunda República Española. Liderado desde Sevilla por el general José Sanjurjo,​ sólo tomó parte en el mismo una parte del Ejército español, lo que supuso su fracaso desde prácticamente el comienzo. Constituyó el primer levantamiento de las Fuerzas Armadas contra la República desde su instauración en 1931, y su fracaso convenció erróneamente a muchos políticos y militares republicanos de que el peligro de las conspiraciones había p

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